Érase una vez la historia de una PRINCESA fuerte y especial, cuyo brillo en sus ojos iluminaba su alrededor más que cualquier otro.
Un día, dando vueltas por su mundo, divisa a orillas de la fuente un hermoso DRAGÓN, se veía poderoso e inteligente, tanto, que no pudo evitar acercarse. Sabía que era peligroso, pero decidió arriesgarse...
Pasaron horas, días, meses y ella se quedó junto al dragón, no sabía por qué no podía dejarlo, ¿sería amor acaso? No. El amor no tiene miedo, no podía enamorarse de ese dragón.Pero é la mantenía a su lado, con redes invisibles que no la dejaban partir.
Un día, quizás como cualquier otro, el dragón tuvo miedo de perderla, y quiso obligarla a que se quedara por siempre a su lado y ella trató de arrancar, pero le fue imposible.
La princesa lloraba, porque el dragón se había puesto frío y cruel, y todas las noches miraba su estrella y pedía recuperar su fuerza para poder enfrentarlo, hasta que vio aparecer desde la luna un caballo en cuya montura se encontraba su príncipe AZUL. No pudo evitar mirar directo hacia sus ojos, de los cuales no se pudo despegar nunca más. No pudo evitar enamorarse de quién venía con tanto valor a enseñarle cómo ocupar toda esa fuerza que tenía guardada... Él la tomó por su cintura y se la llevó de ahí, volaron hasta llegar a un mundo que aún no existía, un mundo que podría haber sido hermoso y feliz, un mundo que podrían haber creado juntos. Entonces, descendieron de los cielos y pisaron la nueva tierra, él la besó y prometió estar siempre ahí, y la única forma de hacerlo era no estar a su lado, porque el brillo de sus ojos desvanecía los suyos, y por ello, dejó de mirarla y se convirtió en el cielo, todas las aguas y el mar.
La princesa se vio sola, en ese mundo que se había comenzado a crear, donde sólo existía el cielo azul, el mar azul, y todas las aguas azuladas. Entonces. comenzó a llorar llenando los ríos con sus lágrimas hasta que llegaron al mar y lo llenaron, pero no fue suficiente para su dolor, y con sus uñas se hirió el corazón, cuta sangre caía y caía, una sangre roja y tan pura que podría haberla desangrado, pero el cielo vio qué estaba pasando, y trató de decirle que no sufriera por él, que él estaba ahí, pero ya todo había cambiado, la princesa no tenía el mismo lenguaje y sólo sintió un viento rozarle su mejilla, y el cielo comenzó a gritar secando la sangre que salía de su corazón, logrando cicatrizarlo, y secando la sangre que había caído, convirtiéndola en tierra.
Y fue entonces, cuando se acabaron de momento sus lágrimas y su sangre, que la princesa despertó, despertó y decidió usar su fuerza, decidió cambiar y seguir avanzando, y ocupo sus mismas manos, sacó una cadena, y la usó para cortarse su hermoso y largo cabello, dejándolo caer sobre la tierra, creciendo de ellos los árboles y plantas. Por fin todo estaba saliendo mejor, y sus suspiros de felicidad dieron origen a la vida, con su mirada se crearon nuevas criaturas que le harían compañía, viendo aparecer ante sus ojos la mejor de todas para ella, el ÁGUILA, la única creatura que podía volar tan alto y llegar tan cerca del cielo azul, esa misma ave, fue quien la vio desde lejos y se acercó, la guió y no la dejó caer, la cubrió con su luz y la guió hacia el sol. Desde entonces nunca se han separado y continúan juntos su camino hacia el sol.
Era tan grande el brillo que se generaba alrededor de ambos, que no fue imposible para el dragón verlo desde su oscuridad, y aterrizó sobre esta nueva tierra, y bajo su hermosura quiso vivir ahí, seguía por detrás a la princesa, y deseaba reinar con ella, y entonces la princesa miró hacia atrás viendo la luz que producía también el dragón y lo invitó a acercarse y que los acompañara en el camino.
El cielo, al ver esto, no pude evitar invadirse de tristeza, su príncipe ya no estaba entre el cielo y la tierra, ahora estaba en ambas partes, incluso bajo ella, era parte del cielo, del mar y de todas las aguas, pero no pudo evitar su tristeza, desapareciendo y escapando, dejando al cielo sin color, dejándolo ver las estrellas y los otros universos cercanos, como si fuera una ventanita. Se formó la noche.
La princesa seguía avanzando, seguía su camino, más despierta y más fuerte que nunca, durante el día y durante la noche, con su compañero águila y su amigo dragón. En su camino también se cruzó con muchas ardillas y animales que querían aprender a brillar como ellos, juntos les enseñaban y se unían en su camino.
Un día el cielo con miedo de ser olvidado, se comenzó a meter en sus sueños, no la dejaba dormir, y ella se veía obligada a mirar las estrellas y extrañar al príncipe que había prometido estar siempre ahí, cuando lo recordaba entonces surgió la pregunta ¿No existirán más humanos? no puedo seguir acá yo sola.. y entonces siguió aprendiendo, sabía que habría alguna forma de comunicarse con el cielo o con el mar, y hacerle llegar su mensaje, ella no podía estar sola! ambos eran parte de algo.. no podía dejarla sola.
La princesa comenzó a aprender y aprender, con la fe de que algún día, el cielo recuerde lo que realmente era: Su príncipe azul. Para ese entonces ella estaría abajo esperándolo, pero no podía dormirse mientras lo esperaba, había mucho que hacer. Ella sabía que él recordaría todo, así como él la hizo recordar. Entonces miró hacia el cielo y pidió a Dios, miró a la tierra y miró al mar, también pidió a la Diosa. Pidió que la dejaran seguir su camino ayudando a crear ese mundo, y que si su voluntad lo permitían, hicieran volver al príncipe a su lado. Entonces comprendió que no podía faltar el cielo, ni el mar ni el agua, pero los dioses le respondieron, y le dijeron que tampoco se podían extinguir los humanos. Esto lo comunicaron hace muy poco, y aún la princesa espera a ver la gran idea que los dioses encontraron para 
solucionar este problema.. Ella confía. Ella tiene paz. Ella sabe que el amor es, y con eso ya basta.. Ganó compañeros, ganó un águila guía, ganó ardillas que la ayudan a aprender a base de sus enseñanzas, y ganó el cielo, el mar y las aguas, el regalo y la solución que mandaran los dioses ya daría igual, sea lo que fuese, sería otro regalo más, sea loque fuese sería bien recibido, y la ayudaría a seguir avanzando.
Alguna vez pensé que ciertas cosas eran para siempre. Sin darme cuenta, alguna vez por primera vez, prometí cosas para siempre.. No niego que el amor sea para siempre, pero la forma de manifestarlo es tan dinámica que cambia cuando menos se espera.
