Definitivamente estoy enamorada (Sí, hace bastante tiempo ya que comenzó eso).
Ya no puedo partir escribiendo nada sin terminar hablando de amor.
No quiero parecer cursi con esto.
Sin duda alguna nos pasó.
Hemos comenzado así. Ya no hay forma de que termine mal.
Ya no hay forma de que termine.
Me queda por hoy decirte una cosa: me quedan muchos sueños; y todos, sin excepción, los quiero compartir contigo.
No sé si sea bueno decirlo, pero algunas veces, sólo algunas, al pensar en el pasado se me ponen los ojos vidriosos. Sí, se llama nostalgia, de lo que uno mismo va dejando atrás, lo que uno mismo ya no quiere ser ahora, pero que en un "antes" sí quiso serlo.
Es por esos mismos ojos, que hoy, tengo la certeza, que ya encontré la parte más importante de mi rumbo: mi compañía. Esa compañía infinita que es capaz, incluso, de llenar las palabras más vacías que puedan salir de mi boca o de mis manos, es capaz de llenar incluso lo que pensé ya estaba lleno. Esa compañía, la que hace que mientras escriba, cada 10 segundos lo interrumpa porque deba secarme una lágrima que tiene una sincronía y concordancia total con una sonrisa, de esas que te duele hasta el pecho de felicidad.
Yo no sabía lo que se sentía el caer lágrimas acompañadas de sonrisas. No sabía lo que era llorar de felicidad. No sabía lo que era amar y querer estar con una persona "para siempre".
Yo no sabía, pero como bien te dije el 3 de Abril en otra entrada, siempre supe que existía, siempre tuve la esperanza.
Siempre quise, desde lo más adentro, que existiera esto, que existieras tú.
Se llama amor, pero ambos sabemos que es mucho más que eso.
No hace falta que te lo diga, pero siempre quiero decirlo: te amo.
Siempre quise tomarle a alguien la mano para siempre. Siempre quise tomártela a ti.